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ALGUNAS LÍNEAS DE FUERZA PARA CRECER LA VIDA ESPIRITUAL DE HOY  

1.- Partir desde abajo. Es necesaria una labor de escucha intensa e inteligente de los demás y de uno mismo. Conviene prestar atención a la complejidad y la especificidad de cada persona. El campo decisivo para la fe y la vida es el mundo de los afectos y los deseos que requieren ser iluminados con formación intelectual adecuada.
Merecen una especial atención los conflictos, las crisis, las enfermedades, las dudas. En el cruce de caminos se realiza el crecimiento. La madurez de la fe se muestra en la escucha de la conciencia a través de dilemas morales donde se toman decisiones que siempre encuentran resistencias serias.
La mirada de nuestra fe debe ser profunda,  la vida cristiana es un encuentro con Dios que está presente en todas las acciones importantes del hombre. Por eso, hay que clásico reformular un esquema clásico de rezar para cargar las pilas que se gastan en el trabajo o en vida apostólica.

2.- Desde arriba. Plantear un modo de vivir alternativo. Tener en cuenta la radical iniciativa de Dios. Para impulsar y madurar la vida cristiana hay que presentar con valentia la novedad sorprendente de la fe. El seguimiento de Jesús implica algunas verdades cintraculturales en distintos campos del desarrollo personal. Pero además el amor de Dios da una alegría nueva no sólo curando los pecados y las debilidades humana sino también otorgando nuevas capacidades al hombre.

La vida teologal crece desde el amor de Dios que baja a la vida humana a traves de los símbolos y los sacramentos entendidos en un sentido amplio. Dios se encuentra con el hombre a través de la historia en realidades visibles que muestran su amor invisible.

3.- Ensanchar la participación en la Iglesia, de su autoridad y el sentido teologal de su estructura profunda. Hay que valorar el sentido crítico para impulsar las reformas necesarias. Pero es decisivo el salto para descubrir la comunidad cristiana como la matriz de la fe y el instrumento privilegiado de Dios para vivir en profundidad en encuentro con Cristo.

Es importante valorar los espacios comunitarios de acogida que hagan realidad la dimensión comunitaria de la fe en los diversos niveles eclesiales: grupo pequeño, estructuras intermedias, diócesis.

POSIBLES ACCIONES DERIVADAS DE ESTAS LINEAS

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